Vivir implica una
constante transformación, tan solo si recordamos como éramos en nuestra
adolescencia, podemos mirar en el espejo los cambios. Y no se trata solo de los
cambios físicos, si miramos más detenidamente, en nuestros ojos veremos que no
somos los mismos.
Más allá de la
apariencia y la experiencia, están los cambios de ciclos donde lo que queremos
de la vida se vuelve más exigente. Quizás si estás viviendo en tus treinta tardíos y tus cuarenta
tempranos, estés pensando independizarte económicamente y convertirte en un emprendedor, a veces este
llamado llega antes (quizás después).
Lo cierto es que ante
ti armas las columnas de los pro y los contra, y casi siempre los pro llevan la
delantera, entre otras razones encontramos la libertad financiera y la libertad
de tiempo, pero estas fortalezas se ponen flacas, ante la ausencia del quince y
ultimo y la posibilidad de un fracaso.
Es aquí donde, como
enamorados platónicos, seguimos postergando la posibilidad de vivir el sueño. El miedo se hace presente y gana la carrera y
te quedas allí en esa zona de confort extraña, en la que te sabes mover, y digo extraña porque el confort tiene que ver
con el bienestar y la comodidad.
Quiero decirte, (sé que
lo sabes) que el miedo no se va, es una emoción primaria que nos acompañara
siempre y que si juegas bien tus cartas, puedes usarlo a tu favor, puede ser la
gran gasolina para el impulso.
La seguridad no existe,
aun cuando tengas un plan maestro, lo único
seguro es que podrás ir cambiando de estrategias en la medida que se presenten
las situaciones.
Lo que si depende de ti
es ponerte en marcha, tomar acciones y no pararte, es decir hacer lo que te
toca, y seguir haciendo.
Crean un ambiente te
ayudara a hacer. Entra en ambiente con tus pensamientos, con tus conversaciones,
con tus lecturas, con lo que escuchas, con quienes te relacionas, con todo lo
que te rodea.
No esperes más y haz lo
que te toca que el tiempo no tiene vuelta.
0 comentarios:
Publicar un comentario